Experiencia:
Me acosté tarde, cansado. Eran casi las dos de la madrugada. Poco después, me pareció despertar al sentir mi cuerpo flotar. Era una sensación extraña, pues sabía que estaba dormido. Saber que estaba dormido y consciente a la vez, me hizo pensar. Pensé que quizás podría elevarme, subir, volar. Que si lo lograba significaría que estaba proyectado. Centre toda mi atención en ese hecho. Puse toda mi voluntad en elevarme un poco más, en subir hacia el techo aunque, sabía que no estaba a cubierto y percibía a mi alrededor total oscuridad.
Todo estaba bien, no tenía temor, la temperatura era agradable. A mi alrededor sólo había vacío pero no me sentía solo. Decidí elevarme un poco más. En ese estado de lucidez en el que me encontraba, me resultaba fácil reflexionar; “si lograba subir más alto con la voluntad, definitivamente estaría proyectado”. Subí, volé y fluctué según mi voluntad y decisión. Me desplacé levemente hacia la derecha y hacia la izquierda después. Decidí ir mucho más allá, sin precisión, y automáticamente salí lanzado.
Me detuve en un lugar que no sabría definir, pero sentía la presencia de otras conciencias y cierta sensación de temor. Aquellos ojos, aquellos rostros oscuros y grises se clavaban algo desvanecidos en los míos. Al menos eran cinco rostros con sus cuerpos desfigurados en la oscuridad. Uno de ellos, quizás el más osado, se atrevió a acercarse. Mi cuerpo astral irradiaba luz. Detecté cierta ansiedad en su comportamiento, se aferró a mí tratando de luchar y competir por mí energía. Mi reacción fue automática. Defenderme, luchar. Sentí durante unos segundos como mi energía descendía.
“¡Justo ahora que necesito toda la fuerza!” —Me abrumaban mis propios pensamientos—. No lograba deshacerme de él. Los otros seres también vieron su oportunidad y se lanzaron sobre mí. Me agarraban con fuerza. Tan pronto como lograba soltarme de uno, otro tomaba su lugar. Tiraban de mis brazos y de mis piernas. Yo luchaba por lanzarlos lejos de mí. Luchaba por mi integridad psíquica. No me sentía solo, pero sí sentía que la frustración se apoderaba de mí.
En ese momento sentí una voz. —¡Quieto! ¡Reflexiona! Toma conciencia de quién en verdad eres.
Instante en el que otra idea acudió a mi mente. —¿Qué le dices a los alumnos? ¿Qué actitud debes tomar ante los asediadores o los vampiros energéticos?
La respuesta vino automáticamente. —Tienes dos opciones: darles tu energía o negarles tu energía.
Está respuesta parecía provenir de mí mismo, pero su tono era sutilmente distinto al que noté respecto al de la pregunta... Yo creía saber por qué. La respuesta estaba condicionada por mi cuerpo psíquico, por mi cuerpo emocional. Me di cuenta de la manera y de la facilidad con la que los depredadores psíquicos deterioran el estado emocional a un humano, novel en la dimensión astral y, como el descenso de la energía hace bajar a la vez, la lucidez y la voluntad de éste, obligándolo entonces, a reflexiones y expresiones provenientes de su cuerpo sutil y también del emocional. Porque en la dimensión astral en la que su manifestación y dominio es habitual, éstos, condicionan notablemente a su débil conciencia humana.
Negarles la energía significa luchar por ella. Defender y atacar, atacar y defender. Esa lucha se mantendrá siempre, constantemente. No habrá descanso. Aquel que quiere tu energía, cuando la consigue se sentirá saciado por un momento, a la vez que tú te sentirás tremendamente debilitado. Al poco tiempo, está conciencia sentirá la ansiedad que provoca la pérdida de esa energía. Será consciente de la facilidad con la que la ganó. Repetirá siempre.
Sin embargo si se la das, automáticamente él quedará saciado por tu energía, a la vez que tú, habrás abierto un canal, un flujo de energía mucho mayor, por el que absorberás más energía de la que donas. Te sentirás pleno y feliz y el dejará de molestarte. Nunca más entrará en contacto contigo...
Asimilada esta reflexión, mi pensamiento cambió y automáticamente transformó mis acciones. La absorción de energía se hizo muy evidente y note como era transferida a mis manos. Ya no luchaba contra esos seres ahora les entregaba flujos de energía llenos de comprensión. Aquel ser que se agarraba a mi pierna empezó a cambiar de cara. Una y otra vez, mostraba distintas caras. Cada vez que mostraba una cara lo hacía con mayor claridad. Su oscuridad se desvanecía y finalmente un último rostro sereno, lúcido y brillante fue lo último que vi de este ser. Mi energía aumento considerablemente y repetí la acción una y otra vez con cada uno de ellos. Cada uno de estos seres qué pretendían arrebatarme lo que en verdad yo soy.
Poco a poco, uno tras otro, mostraban su rostro lúcido y desaparecían, se desvanecían. El último que se enfrentó a mí, parecía no querer comprender. Se agarraba con fuerza mis brazos, a mí cuello, a m i cuerpo psíquico. Sentí que quería incorporarse a mí, acoplarse. Sentí que quería dominar mi energía, mi pensamiento, mis sentimientos. Cerré los ojos psíquicos. Me olvidé absolutamente de todo. Sencillamente adquirí una posición de total pasividad, sin embargo, lo que hacía era focalizar en mí la absorción de la energía. Mantenía la absoluta confianza en que no estaba solo. Mis amparadores me acompañaban.
—¡Es el momento, hazlo ahora¡ —sugirieron mis amparadores—.
La energía acumulada en mis manos fue transferida al corazón, fue transferida al cuarto chakra. Desde ahí lancé toda mi acción sobre esta conciencia desconocida tratando de comprender los motivos por los que luchaba...
Fue automática la interpretación de la idea que me sugirió telepáticamente. —No sé de dónde extraer la energía. —Sentí que dijo o pensó—.
—Tu luz. Quiero ese brillo propio de los humanos completos.
—En mi entrega tienes la respuesta. —Le respondí— La energía inmanente es libre y está al alcance de todos. Solo tienes que desear tomarla. ¡Se libre!
Y lo envolví con esa nueva energía inmanente capturada. Con mi propia energía, con mi propia esencia, procurando estar totalmente libre de emociones y pensamientos. Una energía limpia para él. Debió significar mucho. Nunca había visto una sombra con tanta luz en su rostro y, tanta serenidad… Desapareció.
Sin más preámbulos, sentí como despertaba yo. Agotado, cansado y a la vez tremendamente feliz, sentía la compañía de mis guías, de mis amparadores que habían tutelado una lección de entrega y compasión. Entonces sentí… como un despertar. Ese estar agotado y cansado pero también feliz y a la vez totalmente consciente de que en realidad, seguía durmiendo. Mi cuerpo físico dormía tranquilo y relajado.
Desperté físicamente unas horas más tarde y era curioso porque, tenía la percepción y el recuerdo preciso de los distintos estados adquiridos a lo largo de toda la noche. Eran las 7:23h de la mañana.
Alberto José Sánchez
18 de diciembre de 2021, Calatayud, España.
Comentario:
Alberto José Sánchez
Director de CienciasEvolutivas.com
Instructor de viaje astral
__Relato proyectivo nº 21__
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