Experiencias fuera del cuerpo
“Despertaba muy alterado consciente de mi absoluta rigidez, no podía moverme, ni siquiera gritar. Movía inquieto los ojos a un lado y a otro en busca de alguna respuesta que no llegaba. Mi corazón parecía latir fuera del pecho y el aire se precipitaba en la garganta pidiendo paso para llenarlo. Sin embargo el peso de una mano en mi frente, cálida y agradable, tan agradable como conocida, calmó mi ansiedad. Comprendí que estaba fuera de mi cuerpo, junto a mi amparador…”
El viaje astral es la capacidad del individuo de permanecer fuera de su cuerpo físico por un tiempo limitado más o menos prolongado, durante el cual se es plenamente lúcido y consciente, pudiéndose reconocer en ese estado.
Su finalidad es proporcionar descanso a todos tus cuerpos y darte a conocer tu verdadera magnitud existencial. Quien en verdad eres.
Descubrirse fuera del cuerpo físico es normalmente apasionante, se abre un inmenso universo lleno de posibilidades donde, el aprendizaje sobre uno mismo se torna, poco a poco, una prioridad. Experimentar el vuelo controlado y alcanzar el objetivo deseado es una nueva realidad que es necesario observar con madurez, lejos de autoengaños y banalidades.
Pero no para todos resulta agradable. Estamos tan acostumbrados a nuestro cuerpo físico, a sus condicionamientos y limitaciones que cuando las violamos nos sentimos muy incómodos. Tanto que incluso el miedo nos atenaza con frecuencia, deseando dar por finalizada la experiencia que no hemos solicitado voluntariamente. Y es que, este proceso no se elige. Es el que es. Es patrimonio de todo ser humano y de algunos animales. Todos realizamos viajes astrales cada noche, y cuando las condiciones son las adecuadas los recordamos. Y si nos dormimos o nos despertamos conscientes de estar haciéndolo, entonces, nos damos cuenta de esas incomodidades que desafían, aun más, nuestras condiciones físicas.
Y surge el miedo. A veces un miedo irracional. El primero de esos miedos lo descubres cuando te ves a ti mismo dormido, inmóvil, quizás rígido y frío. La primera reacción es pensar que ¡estoy muerto!, ¡levanta de ahí, te estás muriendo! La angustia puede ser muy intensa. Pero en realidad no hay de qué preocuparse. Tu realidad, es otra diferente a la que tiene tu cuerpo físico. Además, has tenido proyecciones de la conciencia todas y cada una de las noches de tu vida. Lo has hecho cada noche y aquí estás. ¿Qué probabilidad hay de que no sea así la próxima vez? En realidad, ninguna. No conozco a nadie que no haya regresado a su cuerpo físico. Tampoco me han referido algo así ninguno de mis alumnos en los más de veinte años que llevo ofreciendo esta información y método.
El segundo de los miedos es parecido al anterior. ¿Y si no encuentro el camino de vuelta? ¿y si me pierdo? ¡Si no regreso me moriré! La solución está en el mismo razonamiento que antes. No obstante, debes saber que tu cuerpo físico está permanentemente ligado a tu cuerpo astral mediante el llamado cordón de plata. Este es muy flexible, se extiende sin límite alguno, y no se enreda ni se puede romper. Tus guías o amparadores, siempre están contigo y siempre te ayudarán en el regreso. Pero la mayoría de las veces lo harás sin darte cuenta.
En las dimensiones no físicas o extrafísico, el pensamiento es acción. Es tan rápido que cualquier cosa que te propongas hacer, ya la estás haciendo. Si piensas en algún lugar conocido ya está allí y si piensas en algún familiar o amigo fallecido, lo más probable, es que vayas donde él está, siempre y cuando él también esté dispuesto a recibirte, claro está. El encuentro es muy, muy emotivo y siempre aleccionador. Indiscutiblemente todos queremos saber cómo se encuentran y si nos pueden ayudar, o cómo es ese lugar donde ellos se encuentran ahora.
Pero analicemos el pensamiento, porque es tremendamente importante conocer cómo funciona la creación de nuestros pensamientos y la repercusión que eso tienen. Porque así como pensamos, hacemos. Porque nuestros pensamientos definen nuestra realidad. Nuestro entorno, nuestros familiares, amigos y conocidos así como las actividades que realizamos se rigen por ciertas afinidades. La forma en la que pensamos las define. Nos asociamos según ellas. También los miedos son dominados por el pensamiento. Muchas de las limitaciones que tenemos son debidas al miedo. Miedo a lo desconocido. Y es totalmente normal. El miedo nos protege. Nos hace permanecer en la inmovilidad. Siempre que no se convierta en pánico será nuestro silencioso aliado. Pero si queremos avanzar, si queremos aprender algo nuevo, deberemos ir venciendo cada uno de nuestros miedos. Uno de esos miedos surgió al perder el contacto con mi realidad física, fue no sentir mi respiración, a la que estoy acostumbrado. El cuerpo astral no es algo orgánico que necesite respirar como lo hace el cuerpo físico, al conocer esto y razonarlo, el miedo, mi miedo, desapareció.
En la medida en la que vayas venciendo cada uno de tus miedos, y alguno de ellos ni siquiera sabías que lo tenías, irás avanzando más y más en el reconocimiento y disfrute de cada una de tus experiencias fuera del cuerpo.
No olvides que siempre las has tenido, pero ahora las puedes hacer conscientemente. Esta nueva conciencia irá haciendo crecer en ti, tus habilidades extrasensoriales. Potenciándolas, si ya las tenías y adquiriendo la que no. Me refiero a la telepatía, clarividencia, mediumnidad, sanación, etc.
Todo un desafío… pero siempre ha estado dentro de ti. Ahora sácalo, utilízalo y disfrútalo con seguridad y confianza.
CienciasEvolutivas.com® te ayuda a discriminar estas diferentes realidades con absoluta serenidad. ¡Vuela!
Alberto José Sánchez
Director de www.cienciasevolutivas.com®